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Ser Eucaristía

Instrucciones para vos que querés ser misión

Instrucciones para vos que querés ser misión

Escrito por Facundo Barreto


Quería comenzar esta publicación contando la forma en la que comencé con Ser Eucaristía. Pienso que de esta manera podría arrojar un poco de luz para definir de qué se trata todo esto. Sin embargo, me pareció necesario que no solo sea una historia, sino también una invitación, instrucciones para vos que querés ser misión.

Ser Eucaristía nace como una idea que se fue preparando desde siempre en lo profundo, un impulso fuerte desde el corazón, una invitación a moverme, a no quedarme de brazos cruzados. Así como se lee, el primer paso de estas instrucciones pareciera estar claro.

(1) Escuchá tu corazón

Escrito así suena sencillo, ¿no? Sin embargo, esto simple resulta ser, quizá, el punto más difícil de todos, porque se debe romper con la inercia de estar quietos. Cuando se está quieto se tiene la equivocada sensación de estar en paz, y romper con esto cuesta, pero una vez se comienza el camino se descubre que quedarse parado no es permanecer tranquilo, es simplemente dejarse estar. Todo movimiento es un poco incómodo porque cada paso nuevo trae dudas, miedos, o desafíos. Sin embargo, es en el camino que crecemos.

Cuando comencé con Ser Eucaristía, no tenía idea de qué era lo que quería hacer, mucho menos (imaginate) lo que quería Dios, pero convencido de que en el camino se van afirmando los pasos, comencé esta pequeña misión con errores y con trabas. A veces no nos animamos a movernos porque nos da miedo lo desconocido, y ahí es donde debemos, más que nunca, escuchar nuestro corazón. Todo lo que es de Dios nos habla desde ese pequeño lugar, nos habla desde el amor, con una voz fuerte y clara, pero es necesario estar atentos y en búsqueda para reconocer sus latidos. En la medida que caminamos, nuestros pasos se vuelven más decididos y claros.

Mueve mi corazón para que te reciba siempre.

Dios nos estará esperando ahí, si decidimos silenciar todo ruido y escuchar solo el corazón, disponernos a la oración y el diálogo. Hay una misión para vos, hay un plan de vida, y no solamente tiene que ver con vos, sino también con aquellos que te rodean. No te callés en la fe, no te guardés en el amor.

(2) Rezá para que Dios transforme tus ideas

Una vez se comienza a caminar, se comprende que ningún impulso del corazón tiene la fuerza suficiente sin la oración. La oración es la tierra que hace crecer nuestras virtudes, es la luz que brota desde el alma y nos permite transformar cada acto en un gesto de amor y de entrega.

Escuchar el corazón es el primer paso, pero más importante aún es compartir ese latido de amor con Dios, conversar con él para que transforme tus ideas, para que las haga grandes y sean buenas. Ningún proyecto puede crecer sin oración, ninguna misión puede ser acción si antes no se vuelve oración.

Te aseguro que hay algo para lo que estas siendo llamado, y la oración es el motor que te llevará hasta eso. Si iniciás con una idea y esta no florece, no te des por vencido. Intentá de nuevo, pero esta vez poné en Dios tus proyectos y tus sueños, dejá en él tus ganas de amar, y vas a ver cómo florece el amor entonces. Y cuando florezca el amor en tu corazón, nada podrá impedir que pongas ese amor en acción.

(3) Poné en todo el amor

Construir el mundo desde el amor es la visión de Ser Eucaristía, es su fundamento y su horizonte. Y no es para menos, Cristo mismo es amor y en su entrega plena debemos descansar nuestros corazones para descubrir sus formas, para latir a su manera y abrazar a todos. ¡El corazón de Cristo es el modelo al cuál debemos amoldar nuestros corazones!

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El amor se ha de poner más en las obras que en las palabras

Hagas lo que hagas, sea cual sea tu misión, creo que es fundamental que en ella te vuelques por completo y pongas de lleno el corazón para que el amor sea el motor que sostenga cada paso. Esta es la clave para que tu misión no se pierda en el tiempo, para que permanezca siempre fuerte, sabiendo que el amor y la fe son los cimientos sobre los cuales descansa. Seguro habrás hecho alguna vez una misión, un apostolado o habrás tenido algún pequeño detalle para con alguien. No tengo que explicarte que todo lo que se hace con amor siempre devuelve más de lo que damos, que buscando misionar somos a su vez misionados porque Cristo siempre encuentra la manera de abrazar en ambas direcciones.

(4) Sé creativo

En realidad, ser creativo es animarte a ser vos mismo, saber que tenés una mirada única y tomar la confianza para compartirla. Cada persona es especial de alguna forma, y eso tiene que darte ánimos e impulsarte a contagiar con tu mirada. Ser creativo es aprender a hacerte niño y jugar, soltarse a la locura de vivir el amor sin pensar en nada. Ser amor, simplemente.

No te preocupés por ser original, vos ya sos original. A veces, se tiene la idea equivocada de que crear es inventar algo completamente nuevo cuando, en realidad, ser creativo se trata de conectar dos puntos sin ninguna relación y jugar con ellos. Si sos capaz de volverte pequeño, vas a aprender a ser creativo mediante el juego.

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Si sos capaz de volverte pequeño, vas a aprender a ser creativo mediante el juego.

Los avioncitos de Ser Eucaristía no son más que el resultado de jugar. Desde el principio sabía que mi mensaje, a través de esta misión, debía dar idea de una fe dinámica, jóven y cercana. Ser delegado de Prejuveniles (12 a 15 años), en la Acción Católica, y compartir muchas tardes con los Aspirantes (6 a 12 años), me enseñó que el amor de Cristo puede contagiarse a través de un simple juego, no hacen falta grandes palabras o reflexiones. Hay algo especial en el juego: jugar es compartir, es entregarse por completo y abrazar al otro, dejar de lado toda diferencia, guardar solamente la emoción y la alegría; jugar es correr, es descubrir la belleza en todo, es dejarse sorprender. En todo esto pienso cuando se me viene a la mente las invitación de Jesús a ser como niños.

Entonces, tenía claro que quería comenzar un apostolado personal en Instagram, y que el mismo debía tratarse de un juego, compartir la fe a través de la mirada de los más pequeños. Solo me faltaba saber qué hacer, y este último punto me llevó muchos días de búsqueda, a veces activa, y otras veces pasiva. Sin saberlo, todo lo que veía y todo lo que escuchaba terminaba transformándose en una simple pregunta muy dentro mío: ¿será esto?

Una tarde encontré en Instagram una iniciativa loca que me llamó la atención. Soy un amante de los libros, y por lo tanto todas mis redes sociales están invadidas por ellos. De esta manera llegué a encontrarme con una idea loca que te invita a conectarte con libros sin conocerlos previamente. Me gustó mucho el efecto sorpresa, la esencia del juego mezclada con el amor por la literatura. No se me ocurrió en ese entonces, pero más tarde, muchos días después, llegó la pregunta. Con gran emoción me di cuenta de que se trataba de eso, al fin: mensajes de amor que fueran regalados, dejarse sorprender y abrazar por Dios.

Lo que terminaría de cerrar todo, era pensar que estos mensajes de Dios debían ser compartidos para que llegaran lejos. Había encontrado la forma de volver el mensaje cercano y jóven, pero todavía faltaba que fuera dinámico, convertirlo en un juego. El botoncito de compartir, en Instagram, es un avión de papel. Darme cuenta de eso fue lo último que necesitaba para construir esta analogía de hacer volar palabras de amor. Todo lo demás, las instrucciones, los juegos, los diseños, nacieron de estos puntos que fueron transformándose en la identidad de Ser Eucaristía en la medida que me hacía pequeño y jugaba, en la medida que rezaba y compartía este impulso del corazón con mis amigos.

(5) Hacé volar tu misión

El 14 de abril del 2019, hice volar avioncitos por primera vez. Ya había comenzado, meses atrás, pero por alguna razón no había funcionado y eso me habia desmotivado un poco. No había cedido, sin embargo, mi deseo de hacer algo, no importaba qué, alguna cosa para llevar a Cristo a los jóvenes desde la mirada del amor. Por alguna razón sentí que tenía que probar de nuevo, darle otra oportunidad a Ser Eucaristía, o mejor dicho: darme otra oportunidad a mí para ser eucaristía. Y así lo hice.

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Te animo a que vos tampoco te des por vencido, que no bajés los brazos. Si escuchás en tu corazón la invitación a ser misión, hacelo. Seguir a Cristo y, sobre todo, compartir a Cristo, es hermoso. No le robes al mundo tu luz, más bien encendé el mundo con tu fuego. ¡Animate! ¡poné tu vida en modo misión!

Paz y bien.

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